Su nido está en el barrio Juan Chapín, al pie del Cerrito del Carmen, en la zona 1 capitalina. Pancho Toralla, quien acostumbraba a llevar los sueños en una maleta mientras viajaba por el mundo, ahora los lleva junto a una personita delgada pero de músculos fuertes y flexibles, con ojos de lucero que acompañan su cabellera castaña, ella es Eva Luna.
Pancho y Eva Luna se encontraron en el mundo hace siete años. Él es su papá, es quien le comparte las piruetas, la magia y las historias. En los primeros años que compartieron juntos, vivían en una combi y viajaban por las carreteras de México. Cuando Eva Luna cumplía los cuatro años, se mudaron a la ciudad de Guatemala.
Pancho Toralla o, como lo conocen muchos, Panchorizo es un payaso, acróbata y actor que ha tenido como escuela, la calle. Durante dos años acompañó la gira de Ricardo Arjona, ahora se dedica a la Escuela de Circo Batz -la cual fundó hace tres años-, al teatro y a un nuevo estudio de grabación donde se están armando proyectos interesantes, como la miniserie de Youtube, Las Fábulas Épicas de Chopán.
Con Eva Luna a su lado, sigue recolectando historias y anécdotas, como la vez que encontraron la casa donde viven ahora, su nido: “Cuando venimos a Guatemala yo vine a ver los apartamentos de aquí en frente, pero eran muy pequeños y pedían una millonada. Entonces al salir vi este callejón que me pareció muy lindo y me dijeron que estaban dando de alquiler una casa, pero sabes qué me pasa, que cuando la gente me ve y les digo que soy payaso, como que no confían mucho en mi (ríe). Pero me animé a tocar la puerta y el señor que me abrió ¡me reconoció! y me hizo pasar. Inmediatamente Eva pasó y corrió por el pasillo y empezó a decir cuál sería su cuarto y cuál sería el mío, ahí fue cuando decidí alquilar esta casa, que venía con unas bodegas que es donde está la Escuela de Circo Batz”.
La Escuela pareciera ser el jardín trasero de su hija Eva, quien sube al segundo nivel cuando quiere jugar en la cama elástica o en las telas, y baja al primer nivel cuando es la hora de la cena o de hacer tareas.
Panchorizo divide su tiempo entre la escuela, los ensayos, sus proyectos y entre su parte favorita: ser papá. Eva divide su tiempo entre la escuela, las clases de circo, sus amigos y su papá.
En esta corta entrevista, Panchorizo nos habla de cómo revolucionar el papel de la paternidad.
Eras un trotamundos y te dedicas a viajar de un lado a otro ¿cómo recibiste la noticia de que ibas a ser papá?
Yo tenía 35 años, ya había visitado 50 países, había tenido mis novias y había vivido, yo sabía lo que quería y me estoy dedicando a lleno en eso, pero me dieron ganas de ser papá, quería tener una hija pero tenía el problema de que no tenía con quien (risas). En los 20 uno eres un desastre, por naturaleza tu vida es un desastre y en los 30 estás en esa etapa en que no querés tener hijos, querés hacer tu vida y yo quería ser artista. Pero pasó el tiempo y ahí fue cuando conocí a una bailarina, ella fue con quien hice mi primera obra de teatro y hubo química, nos hicimos pareja y de ahí nació Eva. Vivimos en una casa rodante durante un tiempo…
¿En una casa rodante? Ése es el sueño de muchos…
Si, pero es un desastre… jaja bromas, pero sí es difícil. Éramos cuatro: mi pareja, su hijo, Eva y yo, ahh y un chucho, ahí nos acomodábamos los cinco en un espacio muy pequeño. Estábamos en México y la mamá de Eva se desesperó de esa vida y quería regresar a Guatemala, entonces nos regresamos hace más de tres años y de ahí se vino la vida de la escuela. Eva ahora estudia y se encontró con la definición de la familia tradicional que te enseñan, y también te toca estar ahí, acompañándola y explicándole que las familias son muchas, yo estoy con ella entre semana y los fines de semana se va con la mamá. Así como estamos tu y yo sentados en esta mesa, así es como estamos con ella, yo le hago la cena, la peino, me invento qué cocinar y tengo suerte que ella come de todo, no sé si es porque es muy buena conmigo y se come lo que hago o es porque cocino rico.
Tienes una comunidad de papás aquí en el Circo Batz.
Si, es una comunidad muy bonita. Hicimos algo que le llamamos yoga moms donde participan tanto las mamás como los papás, mientras los hijos reciben clases ellos también pueden hacer yoga. Pero es más un espacio que se ha convertido en un lugar para hablar entre nosotros, hablar de la paternidad, y de las nuevas masculinidades que justo es eso. Un tema que abordamos mucho es el de la salud, cómo hacer para que nuestros hijos estén bien, alimentarlos y curarlos de la mejor forma posible para ellos, sin afectarlos en un futuro.
Tienes que tratar de que ellos estén bien, que su árbol de sentimentos esté equilibrado y es difícil porque a vece ni uno lo logra.
Cómo romper con los roles tradicionales de género que te dictan que la mamá es quie atiende a los hijos y el papá está solo para mantener económicamente la casa.
Creo que la historia nos tiene muy mal parados a los papás pero es que ves las estadísticas y ves muchas mamás solteras, papás que no se quisieron hacer responsables y que decidieron abandonar a sus hijos. Llevamos cargando siglos de historia en que hemos quedado mal, pero nos toca enfrentar eso y demostrar que también podemos estar ahí. Por suerte tengo muchas amigas feministas que me ayudan con eso y me dicen cuando no lo estoy haciendo bien, pero ahí voy. Yo la peino, yo le cocino, jugamos, trato que la relación sea de amigos pero siempre con sus límites porque al final somos padre e hija. Pero lo principal es que siempre he estado comprometido desde que la mamá estaba embarazada, desde respetar su decisión del parto y saber que la manera de ayudar con el bebé es no solo estar ahí para él sino para la mamá también.
Así como en tus obras ¿también le cuentas historias mágicas a tu hija?
Sabes que cuando se le cayeron los dientecitos de adelante hice el juego del Ratón Pérez con ella. El ratoncito recogió sus dientes y le dejó algo a ella, Eva le hizo una carta muy bonita. La bolsita con los dientes y la carta la tenía descuidada, la metí en un cofrecito donde tenía otros papeles y unas facturas y ¡ella encontró eso!, me lo fue a enseñar y no sabía qué decirle. Lo bueno es que no se le cayó la fantasía porque me dijo que de plano la bolsita era muy pesada y que el ratoncito no se la podía llevar y por eso la dejó entre mis cosas para que yo la cuidara y sí, tu sabes que los ratoncitos viven en cuevas muy pequeñas y ahí no cupo la bolsita verdad.
¿Cómo se involucró en el circo? ¿A ella le nació o tu la metiste?
No le quedó de otra jaja, pero fue natural, e gusta la escuela es como su patio trasero, es como su jardín donde se va a jugar.
¿Tienes planeados proyectos con ella?
Por el momento no. La verdad lo intenté antes y la empecé a presionar para que ensayara y entrenara más. Era tan flexible y tan fuerte que yo sabía que podía dar más y le empecé a exigir más, pero se alejó de mí… ahí fue cuando me puse a buscar en Google qué había pasado y encontré mil opiniones (risas). En el circo hay dos escuelas, está la escuela rusa que hereda el lugar a los hijos, quienes deben continuar con el legado y está lo más contemporáneo que te dice que no los debes presionar porque los puedes traumar y entonces me hice bolas…
¿Dejaste que ella decidiera?
¡Esa es la respuesta! Dejar que ella decida, entonces volvió a entrenar pero es a su ritmo.
¿Cómo te ves en 10 años con tu hija?
Qué pregunta más difícil… va a tener 17 años y dicen que los adolescentes son difíciles, Pero espero que no sea dificil para mi jaja pero quisiera vivir afuera, en algún departamento y que ella tenga la experiencia de la vida rural.
Panchorizo acaba de terminar una exitosa temporada de El Bigote de El Quijote en el IGA. En la Escuela de Circo Batz da clases a niños y jóvenes que desean aprender acrobacias, malabares, telas y demás destrezas que un buen cirquero debería de dominar.
¡Que lo distinto te encuentre!