“He vivido muchas experiencias injustas en la sociedad, la más fuerte fue en la universidad, una catedrática que daba clases de “Ética” nos discriminó a cuatro mujeres sordas (incluyéndome), la manera que lo hizo fue muy fuerte y lo peor es que lo dijo frente a toda la clase: esas chicas no pueden ser psicólogas, no se graduarán”. 

Carmen Pérez tiene 32 años y es sorda hipoacúsica (pérdida parcial de la audición) y ha decidido trabajar por buscar la inclusión de las personas con diferentes tipos de discapacidad. 

Esto la llevó a estudiar Psicología Clínica en la Universidad de San Carlos, pero en sus mismas aulas se ha encontrado con la discriminación, falta de información e ignorancia de las personas. Como sucedió con su catedrática de Ética.

Carmen nos enseña la seña de “Love”, on los dedos de en medio y anular hacia abajo y los demás haca arriba.

Carmen es presidenta de  la Comisión de Jóvenes Sordos de Guatemala (Cosorgua), una organización afiliada a la Federación Mundial de Jóvenes Sordos y que se dedica a dar talleres, conferencias y actividades a jóvenes que presentan pérdida de la audición.

Según cuenta, uno de sus proyectos es erradicar la discriminación laboral hacia las personas sordas y para ello trabajan con diferentes empresas donde los informan sobre esta discapacidad y los exhortan a contratar a jóvenes para diferentes labores

Aunque no existe un dato exacto sobre cuántas personas no oyentes hay en Guatemala, se calcula que existen más de 240 mil y pese a que cada vez hay más gente interesada en aprender el lenguaje de señas, existe una grave desinformación en la sociedad.

“Nuestra comunidad es muy unida y una vez nos juntamos para el cumpleaños de un amigo y su esposa, que también es sorda, invitó a casi 35 personas a celebrar en un restaurante. Los invitados empezaron a llegar poco a poco y cuando una mesera vio que ya había muchos sordos empezó a evitar que entraran más diciendo ya no más sordos, las personas que hablan son importantes para nosotros. Me di cuenta de eso e inmediatamente llamé al gerente del lugar y ¡un mesero se hizo pasar por él!” cuenta Carmen de una experiencia desagradable donde terminó demandando al restaurante por discriminación y logró que el dueño se comprometiera a capacitar a su personal en lenguaje de señas.

Carmen explica que la sordera es una discapacidad invisible, “las personas sordas son como cualquier otra persona y ellos siempre te van a avisar de su identidad, no para que lo rechaces, sino para que los incluyan”.

Si quieres conocer esta fascinante comunidad de personas sordas en Guatemala y aprender lengua de señas, puedes acercarte a la Asociación de Sordos en Guatemala (Asorgua).

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¡Que lo distinto te encuentre!