Todo empezó en 1972 cuando Antonio Girón decidió instalar un pequeño apiario en su granja ubicada en Río Bravo, Suchitepéquez. Lo que él quería era aumentar la polinización de algunos cultivos (cítricos y sandía) pero no pensó el verdadero impacto que iba a tener.
La miel fue, desde el inicio, el valor agregado a su idea. A finales de la década del ‘90 y gracias al aumento de la demanda de la miel de abeja, en el mercado internacional se empieza a exportar este producto, principalmente hacia Europa.
Apicultor por un día
En el año 2012, con la idea de promover y aumentar el consumo de miel natural en el país, además de mostrarle a los consumidores la gran variedad de sabores, colores y propiedades de las mieles en Guatemala, se expande la producción y se instalan dos apiarios más en distintas regiones del país y nace la marca “Colmena Don Antonio”, en tributo al hombre que heredó a sus hijos y nietos un trabajo donde estaría siempre colaborando con animales tan pequeños y esenciales como las abejas.
Uno de estos nietos es Luis Eduardo Girón, quien estudió Agronomía en la Universidad Earth de Costa Rica.
Luis es de la tercera generación de una familia que se ha dedicado a la apicultura desde hace más de 40 años y desde hace cinco años decidió que era momento de cambiar el modelo de producción hacia una apicultura más consciente con las abejas, respetando sus ciclos naturales, combinando la producción agrícola con el manejo sostenible de áreas silvestres y diversificando el negocio con el apiturismo y la escuela de apicultura.
Con esta experiencia, Luis también se ha involucrado en otros dos proyectos con impacto social y ambiental al capacitar a pequeños productores de comunidades rurales con técnicas de apicultura sostenible.
En nuestras historias de Instagram, Luis nos explica cómo es el trabajo de un apicultor en pleno siglo XXI.
https://www.instagram.com/p/BwDF5-3BxcD/¡Que lo distinto te encuentre!