Guatemala ha sido calificada como el peor país de Latinoamérica para la niñez y se calcula que más de cinco mil niños están institucionalizados por el Estado, es decir, que no viven con sus padres, sino en hogares estatales o privados, porque en su propio hogar no están seguros.

¿Te imaginas tener tan solo 4 años de vida y que te obliguen a pedir dinero en la calle? ¿Te imaginas tener 6 años y que en lugar de prepararte para ir a la escuela tienes que huir de tu país para estar en una mejor situación?

Estos casos son muy recurrentes y pese a que la situación por la que pasan muchos de estos niños ya es traumatizante, hay hogares de protección que se esfuerzan en disminuir ese dolor con amor y atención.

El Hogar de niños Fátima es uno de estos lugares que ha logrado atender a más de un mil quinientos niños y darles un lugar temporal mientras el Estado resuelve su situación legal.

Pedro de León, director del Hogar de Niños Fátima.

Pedro de León Cofiño es el director general, su mamá, Bárbara Cofiño, fue quien fundó el hogar después de su experiencia como abogada en la Defensoría de los Derechos de la Niñez y en la Comisión Pro Convención sobre los Derechos del Niño “a mi mamá no le parecía que fuera suficiente realizar informes y preparar congresos sobre cuántos niños están en abandono, sufren maltrato o mueren al año”, dice Pedro, quien ahora está a cargo del hogar desde hace tres años.

A decir de Pedro, su mamá siempre ha sido de la idea que la mejor manera de realizar un cambio es innovar y humanizar el concepto de centros de protección habilitando hogares con grupos de profesionales que en condiciones dignas y en un ambiente familiar brinden oportunidades de desarrollo reales para todos en situación de vulnerabilidad.

Dentro de su experiencia como asesora gubernamental, la mamá de Pedro vió directamente cómo los niños sufrían cuando eran separados de su s progenitores y los centros de protección donde eran llevados no cumplían con las condiciones para atenderlos.

Bárbara Cofiño, fundadora del hogar.

Según su experiencia, las circunstancias por las que los niños son rescatados son: por abandono (cuando sus padres por X o Y razón no pueden hacerse cargo), por maltrato (también cuenta abuso y explotación laboral), por desintegración familiar (ya sea por alcoholismo, drogas o alguna situación económica) y por emigración (niños acompañados que atraviesan las fronteras y son detenidos por las autoridades de migración).

En este mural está la fotografía de los niños y los colaboradores que conforman el hogar.

El Hogar de niños Fátima funciona desde hace 16 años y ha estado en varios barrios, inició en Ciudad Nueva, zona 2 y ahora están en Vista Hermosa II, zona 15.

Pedro explica que siempre han estado en colonias abiertas con sentido de comunidad: “la idea siempre fue estar en un barrio, porque los niños necesitan ser parte de una comunidad, estar cerca de escuelas, canchas y darles un ambiente familiar (…) creemos en hacer ese empoderamiento comunitario y demostrar que la niñez no es solo responsabilidad gubernamental y que a nivel comunitario podemos hacer estas organizaciones para proteger a los niños y atenderlos mientras las autoridades resuelven su situación legal”.

El hogar tiene capacidad para 42 niños, atienden a bebés de días de nacidos hasta niños de 7 años, aunque hacen excepciones en caso vengan grupos de hermanos.

Los niños tienen un salón lúdico para que puedan estudiar y aprender diversas cosas.

Los niños están en un período de seis meses a dos años mientras las autoridades buscan a algún familiar que se haga cargo y, en el último de los casos, los dan en adopción. Pero según cuenta Pedro, el 70% de los niños tienen familia, solo necesitan estar en un lugar seguro mientras el juez resuelve su situación.

Junto al restablecimiento del niño, el hogar también trabaja en una Escuela de Fortalecimiento y Reunificación Familiar para mejorar las capacidades de los padres y familiares y monitorean por un año al niño cuando es regresado a su hogar.

Todo esto es tarea del gobierno, pero debido a la falta de capacidad y de presupuesto, Pedro menciona que no han dudado en ampliar su trabajo y esto incluye también en un programa de reincorporación escolar con niños de Sacatepéquez y Sololá.

“Aquí es un estado de emergencia, los niños vienen aquí cuando ya falló todo por eso trabajamos en las comunidades, organizamos almuerzos escolares para que los niños tengan el incentivo de ir a las escuelas y promover el arraigo para evitar y reducir la emigración”, menciona.

Muy pronto abrirán un hogar en Sololá, pero en esta ocasión también atenderán a madres víctimas de violencia que no tengan un lugar donde estar con sus hijos.

Todo el trabajo que hace el hogar de niños es por medio de donaciones particulares. Pedro indica que tratan de evitar las “5 P” (pintacaritas, piñatas, pizza, pasteles y payasos) y piden a la gente que se quiera involucrar que lo hagan desde dar tiempo de calidad a los niños cuando deseen hacer una visita, hasta un donativo económico mensual que se puede hacer a través de su página de internet.

El hogar también es punto de reciclaje para que los vecinos puedan dejar papel, latas de aluminio, cartón, tetrapack y plásticos. Lo que se recauda con la venta de este reciclaje, es para comprar pañales.

También puedes apoyar regalando electrodomésticos en buen estado, muebles y ropa para la venta de garaje que realizan cada tres meses.

¡Que lo distinto te encuentre!