La primera calle y décima avenida de la zona uno, justo en la frontera con la zona 2 de la ciudad capital, resulta ser un punto bastante exitoso para los artistas de la calle.
Hay tres semáforos que retienen a los buses, carros y motos que quieren entrar al Centro Histórico. Es por eso que es común encontrar en esa esquina a malabaristas y vendedores de rosas.
Pero entre el ruido de la ciudad, hay un sonido que sobresale, una melodía de trompeta que llama la atención de quienes caminan por esa calle.
David García de 38 años, es quien se encarga de pulir esa trompeta y hacerla sonar en varias esquinas de la zona 1. Pero su historia es más impresionante de lo que muchos creerías.
García es músico profesional, tiene una licenciatura en Música, fue profesor del Conservatorio Nacional y trompetista de la Orquesta Sinfónica Nacional durante 14 años.
“La trompeta es un instrumento que a cualquiera le puede parecer que siempre va a sonar demasiado estridente y fuerte. Pero cuando vengo, me paro ante alguien y comienzo a tocar una melodía la gente se sorprende porque no sabían que podía sonar así”, dice.
García cuenta que vivió en Costa Rica dos años cuando tocaba con una big ban (banda de orquesta) y fue parte de los músicos que acompañó a Luciano Pavarotti, Andrea Bocelli y Plácido Domingo cuando se presentaron en el país.
Pero la propia vida fue quien se encargó de colocar a García en escenarios tan distintos como es la calle y las tablas de un teatro.
En sus propias palabras cuenta: “el ego se vuelve algo negativo, en la juventud se empiezan a cometer errores y yo me pelé, me volví un poco irresponsable, sentía que era el dueño del mundo y poco a poco fui descuidando mi trabajo”
Con una mirada honesta y pensando cada palabra, García cuenta su vida y sin quererlo da lecciones de cómo enfrentar los errores humanos, aprender de ellos y no dejarse hundir.
“Espero volver a tocar en el teatro y en grandes escenarios, me voy a esmerar por eso. Dice una parte de la palabra de Dios que lo mejor está por venir y así es, solo es cuestión de creerlo y dar de voz cada día, que nadie piense que todo está perdido”. David García de 38 años.
García se levanta temprano todos los días y a las 7 de la mañana ya está parado en una esquina. En un pequeño maletín carga todos sus complementos y cuando el semáforo da rojo, se prepara y empieza a tocar las melodías que aprendió cuando iniciaba en la orquesta, hace más de quince años.
Hace cuatro años perdió su trabajo, pero la trompeta no ha dejado de ser su compañera, en un buen día de trabajo puede llegar a obtener Q150: “aunque algunos vea esto como algo ridículo, si al menos de diez personas, una te dice gracias, o felicidades, te anima a seguir hacerlo”.
Con su historia, García reflexiona sobre las continuas oportunidades que te da la vida y cómo logramos aprovechar muy pocas. Si lo ves en la calle, disfruta del regalo de la música y devuélvele un buen gesto para que pueda continuar.
¡Que lo distinto te encuentre!