En 397 páginas, el fotógrafo guatemalteco Alan Benchoam nos cuenta la historia de Guatemala retratada en los diferentes rostros que representan el trabajo, el amor, el arte, la ciencia y todo lo demás que tiene vida dentro de este territorio.
El libro se llama Esencia Guatemalteca y tiene su propia historia detrás. Benchoam inició su carrera en la fotografía en 1995 cuando empezó a tomar cursos libres mientras estudiaba Publicidad y Psicología en la universidad,
En más de 20 años, Benchoam se ha posicionado como uno de los mejores fotógrafos a nivel nacional. Con los proyectos que ha presentado, se podría pensar que Esencia Guatemalteca es tan solo uno más a su historial, sin embargo, cuenta que este libro ha sido trascendental para su crecimiento personal.
Benchoam inició con este proyecto desde hace poco más de un año, un 2017 marcado por “eventos devastadores” como él mismo menciona.
“Me regresó la Esclerosis Múltiple, empecé a perder la vista nuevamente junto con las piernas, perdí a mi hermano mayor, uno de los seres más amados de mi vida, me accidenté en moto y a los 10 días en carro y hubo también enfermedad grave en un ser querido. Estaba sin ánimos, con una depresión profunda y mi fe estaba por los suelos. Estaba sin fuerzas y devastado”.
Poco a poco, los relatos de sus personajes fueron sanando sus heridas y trayendo de vuelta su esperanza. “Oí sus relatos y quedé encantado. Poco a poco este libro me fue sanando. Regresaba muchas veces a la casa y en lo único que podía pensar era en agradecer lo que yo seguía teniendo en mi vida”.
Benchoam describe a este libro como uno imperfecto pero guatemalteco, que habla de todos y todo. Un libro fácil de leer y entretenido para cada una de las historias recogidas.
Un ama de casa, un doctor, un escritor, un ex marero, un maratonista, una activista, una bailarina, un vidente, una psicóloga, un oftalmólogo y muchos guatemaltecos más le dieron forma a este proyecto que verá la luz este 20 de septiembre.
Pancho Toralla
“Supe que quería ser payaso tarde…por allí de los 21 años. Antes de ser payaso la traté de hacer como pintor. No iba mal, pero tampoco iba bien (risas), pero por lo menos me dio de comer. Con eso me fui a Sur América y fue cuando me fui allí que abandoné la pintura pues en ese viaje conocí el mundo del circo. Desde allí que ya no he parado. Quisiera regresar a la pintura, pero el circo me tiene absorbido.
Ahorita mi carrera dió un giro tremendo. Por años estuve esperando que me pasara algo loco y grande…que un productor o alguien me agarrara y me dijera “vamos a hacer de tu show algo gigantesco”, pero nunca pasó. Acabo de cumplir 40 años y me había dicho “bueno, pues no la pegué o hice como hubiera querido…”. La verdad es que también ya estaba un poco bastante cansado de andar rodando de aquí para allá y ya necesitaba estar en un lugar estable. Una casa permanente con baño, cocina….un hogar. Me fui a México para ver si la pegaba allá, pero no pasó nada más que irme a divorciar…risas.
Justo cuando había decidido bajar la guardia y seguir con mis shows pequeños…pero ya sin estar viajando, me llaman para un casting para una oportunidad de estar en un show viajando por todo el mundo. Fui a audicionar y pues quedé yo con el puesto. Yo le estaré abriendo cada concierto a Arjona en su nueva gira de promoción de su nuevo disco que tiene de tema “Circo”. Ahora sí me va a tocar viajar por todo el mundo por un año tres meses! Lo único que me duele mucho de agarrar el chance es dejar a mi hija Luna por un año tres meses!”
Lorena
“Tengo una pasión por los animales, en especial por los perros y más por los perros de la calle; tengo algo por esas almas que mucha gente olvida. Tengo dos perras que adopté y eran de la calle. Trabajo con una organización que recoge perros de la calle para darlos en adopción al exterior ya que acá en Guate, tristemente todavía no hay cultura de adoptar a perros de la calle. Todavía está de moda comprar el perro caro, porque eso te da un estatus, cosa que a mí me parece ridículo.
Al final creo que estamos en este mundo para ayudar y ser bondadosos con esas almas que no tienen voz. De primero, hace nueve años rescaté un gato que mi mamá se lo paró quedando, luego adopté a una perrita de un refugio que se llama Fisky. Es la que tengo tatuada en el brazo y me cambió totalmente la perspectiva. La suerte fue mía ya que ellos lo escogen a uno y ella fue la que me adoptó a mí, ella me cambió, me creó conciencia y me hizo ser bastante dedicada a esa causa.
Mi otra perra que también es adoptada se llama Mila. También rescatada y la atropellaron frente a mi casa. Mientras se reponía me enamoré de ella y se terminó quedando en la casa. Pueden ser muy traviesas. A mí me gusta mucho la jardinería, pero cuando se quedan solas se desesperan y a veces regreso a la casas y hay cráteres por todo el jardín. Me pongo histérica al principio pero luego las entiendes y te das cuenta del bonding tan importante que hay y que se crea entre ellos y tú. Sus travesuras son como un recordatorio que te dicen: ‘¡hey! ¡mírame!, ¡yo estoy acá!’ Mila se comió un sofá entero casi nuevo de dos plazas. Me salía más caro repararlo que comprar uno nuevo así que lo tuve que tirar”.
Juan Carlos
“Sobreviví un accidente y caída de helicóptero y ha sido una de las mayores experiencias de mi vida. Hace unos años estaba trabajando en un anuncio-documental para una marca. Teníamos y estábamos haciendo muchos tomas aéreas para diez anuncios que se le estaba haciendo a una marca. Ese día teníamos que hacer unas tomas de Antigua. Íbamos 4 personas a bordo del helicóptero. Habíamos colocado una cámara de $135,000 en la punta del helicóptero.
Tenían que estar en el helicóptero dos gringos. Uno era director de cine de Hollywood, pero él ya no se subió pues nos cambiaron de helicóptero a uno más chiquito y no quiso. Haciendo las tomas finales del día íbamos del cerro de la cruz rumbo a la iglesia de San Francisco, para hacer una toma de 360 grados del domo de la iglesia de San Francisco. Al hacer la última toma sentimos una baja de energía y un golpe en la cola…Pareciera que le dimos a una paloma.
Nos posicionamos cerca de sky café y el helicóptero dio una vuelta muy rápido. El gringo que venían conmigo tenía más de 7,000 horas de vuelo y cuando dimos la vuelta rápido él sólo dijo “oh my God”! Ahí si me cagué. Se me cerró la visión y tuve visión de túnel y dimos 4 vueltas más. Cada vuelta que dábamos el gringo sólo decía “Oh fuck, oh fuck, oh fuck” y después de las 4 vueltas…pongón! Caímos!!! El gringo quedó desmayado pues se dio con los controles de la cámara en la cara, A dos más incluyéndome a mí nos cayó el motor del helicóptero en la cabeza y quedamos semi inconscientes. El único que quedó 100% consciente fue el piloto. Yo por el golpe que recibí en la cabeza estaba sin vista, sin movimiento y sólo oía al piloto decir “hay que apagar la turbina, hay que apagar la turbina!”
Yo no me podía mover. Sentí que me caía líquido en la mano pero no sabía que era. Luego me día cuenta que era la sangre del gringo. El piloto aún con la espalda rota en dos partes, sacó a dos del helicóptero y dice que yo me salí solo. Yo no recuerdo. Tuve una fisura en la columna, una costilla rota y dos chinchones en la cabeza, pero acá estoy contándote esto. Esta experiencia me hizo apreciar más el ahora. Apreciar lo que tengo y ser agradecido. Aprecio mucho más a mi familia, a mis amigos, a la vida a lo que hago. P.S. la cámara de 135 mil sí se hizo totalmente mierda. Lo bueno es que sí la teníamos asegurada.”