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Por Gabriel Lepe
Un breve relato gonzo de una banda funk, dentro del entorno guatemalteco, Panajachel Semana Santa, año cercano a publicacion, pero incierto.
“Allá-“ Señalando al 2do piso de un complejo de locales, “Se llama ‘El Nido de las Iguanas’; Aquí tocan mañana; Y acá-“ dándonos a entender el lugar donde estábamos, que era el 1er piso del mismo complejo, “Se llama ‘El Dorado’; Aquí tocan pasado mañana. Hoy tocan en el restaurante a orillas del lago”. Esas fueron las palabras del “Tour Manager”, de la compañía que nos había contratado, cuyo nombre y servicio dejaremos en anonimato. Luego de un viaje ameno entre músicos, en el que nos empinamos un par de “six pack” por cabeza, tanto los nombres como los lugares se nos entremezclaban y confundían un poco.
Debo aclarar, ninguno de los tres lugares era el ideal para nuestro repertorio original (no digamos adecuado), para una banda de Rock Funk; Sabemos que es difícil que alguien entienda esta propuesta de género, inclusive después de escuchar la música. Pero los directivos de logística que se encargan de los espectáculos, tan solo llegaban a la conclusión de que no tocábamos ni Rocl, nicumbia, ni reggaetón, ni tropicalón, ni eramos DJ’s con tornamesa ni computadora, por lo que finalmente decidieron catalogarnos como “La opción alternativa para todo (cualquier) evento”.
Topados, bien parados, y ya contratados (o sea, ya encaramados), nos echamos al agua con el objetivo de nadar parejo. Explicado de manera llana y sencilla, nuestro sólo trabajo era tocar en donde nos dijeran, pese las circunstancias locales, condiciones de los lugares, cliente objetivo de cada lugar o negocio, y entre todo ello, encarar las consecuencias de nuestra exposición en cada uno de esos places.
El primer lugar era un restaurante un tanto serio, no diseñado para “tronar” a todo volumen, que por cierto y de igual manera, lo hicimos, sin pena ni vacilación. Agridulce, pero entretenido, observaba la angustia de un señor en sus cincuenta y tantos, mientras se le dificultaba cortar su filete de puyazo, pues necesitaba de ambas manos para hacerlo; Sin embargo, una de ellas la ocupaba para taparse la oreja que encaraba justamente a la batería, que no paraba de producir el “estruendo” del groove. Si no le han provocado malestar y pesares a un ruco con música en alto volumen, no han vivido nada; Si usted es un ruco que lo molesta la bulla, tampoco.
Entre cada canción, era lo mismo: Un par de aplausos, seguido de los cubiertazos atacando la comida del plato y la continuación de conversaciones variadas e ilegibles; Esto es una situación sumamente normal para otros proyectos de covers o jazz (Que podrían estar también tocando repertorio propio), pero definitivamente, casábamos con el ambiente, tal cual elefante dentro del cuarto. Luego de tocar, tuvimos nuestra propia joda, para regresar muy temprano (del día siguiente) al hotel. Nos preparaba otra noche larga.
El segundo lugar, “El Nido Dorado”, “El Niño Dorado” o algo así, Era un place de Chaquetas Negras; Yo comencé en la música inspirado por el rock, no me incomoda, pero nos vimos obligados a tocar nuestra sección más pesada dentro del repertorio, en esperas de no recibir un latazo por parte del público. No nos fue mal, fue tan buena la recepción que nos vimos forzados a darnos una merecida celebración, regresando, una vez más, tempranito (justo al amanecer) al hotel.
Ni me pregunten cuál era el tercer lugar, para el entonces estaba batallando en cama con una cruda aguda que luego se convertiría en una amigdalitis aguda. Soldados cansados, mas no caídos ni perecederos, decidimos organizarnos para nuestro último toque; Tuvimos buenas y malas noticias: La mala, era que nos despertamos tan tarde que ya íbamos un par de horas tarde (Ya era casi media noche); La buena. era que el lugar estaba justo enfrente de nuestro hotel. El público impaciente pero entretenido (Bebidas a un Quetzal el vaso), estaba formado casi en totalidad por gente que buscaba el último after de semana santa. Ellos lograron observar de principio a fin, un espectáculo espontáneo y único, de esos que no se ofrecen usualmente por estos lares.
Nos observaron corriendo, gritándonos para apurarnos el uno al otro; Nos observaron subir el escenario, que provocó carcajadas a los que le agarraron la onda a nuestra situación. En menos de 20 segundos, conectamos las guitarras, encendimos nuestros amplis, y comenzamos a tocar la introducción de nuestro repertorio.
Justo en el primer tutti (Cuando todos hacen “Paaaam!”), la electricidad del lugar no aguantó, y se bajó el flipón, provocando un gesto verbal de “Bajón” literal (Awwww!!). Justo a los 4 segundos, subieron el flipón, y comenzamos a tocar EXACTAMENTE donde nos habíamos quedado (Sin recontar ni nada, puro ensayo mire usté!), y la gente reaccionó en euforia. El lugar se llenó para la 3ra canción, con casi todos parados y bailando. Yo, pobrecito engomado y enfermito, entre tos, limpiadas de moco y quejidos de malestar, me di cuenta que éste es el objetivo ideal de nuestra empresa como músicos y productores de Funk, entregar música que te otorga libertad a ti, el oyente, para que escuches, te muevas y te regocijes entre las sensaciones.
El Funk es un género agradecido, como lo es de metamórfico; Lo Pinchas y se vuelve hip hop, pincha sólamente los breakdowns y puedes hacer break dance; Le bajas el tempo y lo vuelves Soul Ballad, lo cuadras con un beat constante, y se vuelve Disco; Enriqueces el ritmo y lo vuelves Beat; Hazlo musicalmente sofisticado con herramientas creativas del jazz, y se vuelve Fusion; Proyectos eminentes contemporáneos utilizan innumerables recursos de los precursores de éste género, y el beneficio es mutuo, pues resitúa a las leyendas y los clásicos del Funk entre los oyentes, volviéndolos una vez más relevantes a la actualidad.
Nuevos artistas, influencias clásicas: Daft Punk – Give Life Back to Music
Funk Fusion: Brecker Brothers – Some Skunk Funk
Los Clásicos, nuevos hits: Chaka Khan – Like Sugar
Soul Funk: Kruangbin – Evan Finds the Third Room
Un género o movimiento, como cualquier corriente cultural, sobrevive por los oyentes y consumidores. La semilla necesita buena tierra y sembrarse en el momento correcto. Guatemala está abierta a experimentar, pero muy poco a comprometerse, y raramente a seguir. Pese a que las corrientes musicales que sigue el oyente promedio son generalmente impuestas por influencias internas dentro de las cadenas grandes, con un pleno interés de influencia masiva, Los íconos en Guatemala proponen música fresca, mas no obstante, sin compromiso al cambio.
Sabiduría del I Ching: Sin cambio, no hay progreso. Para que un género sobreviva, necesita exponerse en el medio, cambiar la escena, llenar el espacio con contenido significativo, y así lograr colocarse como una identidad de ideas y trabajo creativo. Parece que el arte por estos lares siempre le ha tocado nadar contra fuertes corrientes. Pero en el arte, así como en el boxeo, más vale dar que recibir, Y aunque terminemos magullados, No dejaremos de provocar o generar una sorpresa o un “CLICK” dentro de nuestros oyentes, Y de paso, lograr los espacios nuevos y concederlos como agentes de cambio significativo dentro del panorama cultural guatemalteco. Sean todos bienvenidos, concédannos vuestra atención, y os prometo y aseguro, la van a pasar “Pípiris Nais”!
¡Estás entre inusuales!