Esteban Biba logró lo que la selección nacional no ha hecho aún, llegar al Mundial de Fútbol de la FIFA. Él es fotoperiodista y trabaja en una de las agencias de noticias más grande del mundo.

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Cuando le dieron una cámara profesional por primera vez, dijo que sí sabía usarla. Sus ansias de empezar a trabajar en un medio de comunicación lograron que engañara a su jefe que días antes le pidió apoyo para hacer la cobertura de fin de semana de las noticias que fueran surgiendo.

Estudió la cámara, la probó varias veces para conocer cómo funcionaba y todo fue una noche antes de su primera salida. Las fotografías sobre el asesinato de un joven en La Limonada, en la zona 5 capitalina fueron parte de su primera cobertura y a partir de entonces dio pasos agigantados en la carrera del fotoperiodismo, la misma que lo mandó a ser parte del equipo de fotógrafos de la agencia internacional de noticias EFE para el mundial de Rusia 2018.

Se trata de Esteban Biba, fotoperiodista de 30 años de edad y parte del equipo 34 personas de todo el mundo que EFE mandó para documentar a cada jugador y cada aficionado.

Sin ser periodista deportivo, este es el segundo evento de talla mundial en el que ha estado Biba. El primero fueron los Juegos Olímpicos de Verano en Río de Janeiro en 2016, Brasil y tras los resultados demostrados, lo eligieron para cubrir el mundial de fútbol.

Biba está designado a la pequeña ciudad de Saransk, capital de la República de Mordovia; una de las veintiuna repúblicas, cuarenta y siete óblast, nueve krais, cuatro distritos autónomos y dos ciudades federales que conforman los ochenta y tres sujetos federales de Rusia.

Aficionado al fútbol desde pequeño y fiel seguidor de los equipos latinoamericanos. Ahora, desde el balcón del apartamento donde vivirá por un mes, vislumbra el Mordovia Arena y su espectacular iluminación en las apenas dos horas de oscuridad que tiene la noche en Rusia.

¿Cuál es tu rutina de trabajo en el mundial en Rusia?

La primera ciudad que me toca cubrir es Saransk. No tengo rutina pero los días de partido tengo que llegar 3 o 4 horas antes al centro de prensa del estadio, cubrir a los aficionados, ver cómo está el ambiente, preparar las transmisiones, los cables y los métodos de envío directo de las imágenes. Los otros días cubro los entrenamientos de Panamá porque el equipo panameño tiene aquí su centro de entreno. He tenido suerte en Saransk porque jugaron muchos equipos latinoamericanos, el primero fue Perú – Dinamarca, luego Colombia – Japón, después Portugal – Irán y Panamá-Túnez.

¿Cómo ha sido la experiencia de cada partido?

El regreso de Perú después de 36 años de no jugar un Mundial fue increíble. El Mordovia creo que tiene una capacidad cerca de 40 mil aficionados y estaba repleta de peruanos, la energía que transmitían fue increíble. Fue triste porque el penal que falló Cuevas fue algo que cambió el rumbo del grupo, pero creo que se latinizó esta ciudad rusa con tantos peruanos y colombianos. Colombia tuvo una expulsión temprana, el debut de Radamel Falcao en los mundiales después de su lesión hace 4 años era muy esperado aunque también fue amargo porque perdieron 2 a 1. Del partido de Portugal e Irán fue increíble ver a Cristiano fallar un penal y a los iraníes luchando hasta el último momento… cada partido tiene sus sensaciones, sus detalles y cada partido tiene su intensidad.

 

¿Cuál crees que es el reto de este tipo de coberturas?

Junto con los Juegos Olímpicos de Verano, son los eventos deportivos más seguidos en televisión, radio, prensa e internet. Es una responsabilidad importante, los retos son competir con los mejores fotógrafos del mundo, mantener el nivel, dar imágenes de calidad y hacerlo rápido.

¿Qué te ha sorprendido del Mundial?

Creo que la expectativa y realidad ya las tenía vistas, es casi lo que esperaba. Pero lo que me ha sorprendido es que con tanta anticipación los voluntarios rusos no hayan aprendido a hablar el idioma en que se manejan los grandes eventos en el mundo. No aprendieron inglés y eso dificulta la comunicación con ellos porque hay cosas muy técnicas y específicas que se deben tratar en los centros de prensa y en el estadio sobre los envíos de las imágenes y las frecuencias de internet.

¿Te consideras aficionado del fútbol?

Desde niño. Recuerdo que desde los 6 o 7 años miraba los partidos de la liga guatemalteca o la liga española por televisión y seguía los mundiales. Soy aficionado al fútbol y no solo al espectáculo de televisión, sino al deporte, al fenómeno social, a la alegría de compartir, al juego, a lo que representó en mi niñez, hacer amigos y tener tardes felices y, claro, el show de televisión que nos llega lo disfruto mucho.

Cuéntanos de la historia de los portugueses que te encontraste en Rusia y  que viajan en su camioneta siguiendo a su selección…

Claro, los portugueses Carlos y Pedro son unos señores de 60 años que vienen en una camioneta desde Portugal hasta Rusia siguiendo a su selección en cada ciudad donde juega. Duermen en la parte de atrás y cocinan ahí. Sacan el dinero de la gasolina y de la comida vendiendo playeras y bufandas de Portugal, son unos señores increíbles, que aman la vida, escuchan rock and roll, van tomando vino y comiendo bacalao a la vizcaína y esa historia la saqué en la agencia porque es muy llamativa. El mundial es sobre la gente, por eso son selecciones de países, no son equipos privados como el Madrid o el Manchester. Me encontré en el aeropuerto con una señora peruana de 80 años que ahora vive en EEUU y viajó solo para ver el primer partido de Perú en Saransk. Me regaló la playera de Perú y muy feliz me contó anécdotas de su selección.

¿Qué te gusta de tu carrera?

Me gusta por cómo me hace desenvolverme con la gente, con mi entorno y con la sociedad. Yo soy algo tímido, me cuesta entablar una conversación casual y con una cámara y el carné de prensa te da la apertura, mucha gente confía en ti y te platica. Aprendemos a ver a los ojos a la gente a conocer su historia y a interesarte. El periodismo te enseña a escucharlos de verdad y creo que eso me gusta de la profesión, acercarme a la gente, a conocerla, conocer sus historias y que me dejen contarla por el medio que sea, ya sea escrito o en fotografía.

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