Lo primero que necesita un músico o una banda es difundir sus creaciones; para ello tiene que realizar conciertos, grabar en estudio, ensayar, conseguir contactos en los bares y bodegas. Para todo esto se necesita una cantidad de dinero no poca, que basa su total en la venta de los discos, pero principalmente de la asistencia del público a los conciertos. Si nos gastamos parte de nuestra quincena en ingerir alcohol y comer chicharrones, está bien, pero lamentablemente no estamos apoyando a la escena local. Otra cosa evidente es la envidia que surge en un país tan pequeño como el nuestro. Rápido surge la suspicacia de ‘este cuate es músico, de qué se las lleva, de muy salsa…’. Así es nuestra forma de pensar, pero podemos empezar a cambiarla. Ese conocido que está ahí sobre el escenario, ha tenido que dejar por un lado su familia, sus estudios, y tal vez todos sus ahorros, para lograr su sueño de tener una banda y expresarse.
Todos tenemos un amigo DJ, un cuate productor, un guitarrista, un vocalista. O una amiga con una voz angelical que aún no sale a los escenarios pero publica en Instagram sus canciones. Apoyemos su espíritu emprendedor, creamos en ellos, porque ellos somos nosotros, en un sentido amplio de sociedad y de cultura. Vayamos un rato a sus conciertos, consumamos su música y lo que ofrecen. El retorno y la ganancia de ver crecer un ambiente cultural local es mucho mayor, que el de apoyar a las grandes disqueras multinacionales que no ofrecen identidad nacional y cariño de hermanos.
Somos We Funk! una cultura de interrelación y de apoyo mutuo.